...no busques compañía.

...no busques compañía.
...no busques compañía.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Última columna del año dedicada a Don Antonio Porchia, el as del aforismo, para terminar de conjurar este fatídico 2013 (como siempre en "Lo que resta del día", FM 103.3 Radio Universidad)


Como es la última columna del año viene con galería y antología (y rima de paso...)



De izquierda a derecha (según manda la convención occidental y cristiana, y cierta desafortunada tendencia del devenir ideológico), Libero Badii, Antonio Porchia y Van Riel (1965)



 Edición especial de "Voces" con dibujos de Libero Badii, 1964


Escultura de bronce de Antonio Porchia; a su derecha escultura abstracta de Antonio Porchia (también por Libero Badii)

 


Selección de aforismos que obviamente no llegué a leer durante el programa, en tres series:


I.

La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas.

La confesión de uno humilla a todos.

No hables mal de tus males a nadie, que hay culpas de tus males en todos.

Han dejado de engañarte no de quererte. Y parece que han dejado de quererte.

Las cadenas que más nos encadenan son las que hemos roto.

Quien no llena su mundo de fantasmas, se queda solo.

No ves el río de llanto porque le falta una lágrima tuya.

El mundo perdona tus defectos, no tus virtudes.

Mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez.

Convénceme, pero sin convicciones. Las convicciones ya no me convencen más.

A veces lo que deseo y lo que no deseo se hacen tantas concesiones que llegan a parecerse.

Un hombre solo es mucho para un hombre solo.

Se aprende a no necesitar, necesitando.

Lo que sé lo soporto con lo que no sé.

Me dice que soy un ciego, lo que veo.

Cuando uno comprende que es hijo de sus creencias, pierde sus creencias.


II

Quien dice la verdad casi no dice nada.

Cuando digo lo que digo es porque me ha vencido lo que digo.

Una cosa, hasta no ser toda es ruido, y toda, es silencio.

Sí, ya he oído todo. Ahora sólo me falta callarme.

Iría al paraíso, pero con mi infierno; solo, no.

Toda persona anónima es perfecta.

Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.

Quien se queda mucho consigo mismo se envilece.

El temor de separación es todo lo que nos une.

Cuando rompo algunas de las cadenas que me encadenan, siento que me disminuyo.

Si yo hubiese creído que lo otro era lo mismo, mi vida no habría tenido ninguna extensión.

Las distancias no hicieron nada. Todo está aquí.

Cerca de mí no hay más que lejanías.

El ir derecho acorta las distancias, y también la vida.

Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

Saber morir cuesta la vida.

Pueden en mí, más que todos los infinitos, mis tres o cuatro costumbres inocentes.

Quien conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza.

Temer no humilla tanto como ser temido.


III.

Creo que son los males del alma, el alma. Porque el alma que se cura de sus males muere.

Una cosa sana no respira.

El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.

Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.

Lo que hice o no hice creo que pasó. Y lo que haré o no haré creo que también pasó.

Lo antes que yo y lo después que yo casi se han unido, casi son uno solo, casi se han quedado sin yo.

Quien va de fuego en fuego, muere de frío.

Cuando me hiciste otro, te dejé comigo.

El amor, cuando cabe en una sola flor, es infinito.

Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

He llegado a un paso de todo. Y aquí me quedo, lejos de todo, un paso.

Todo lo que cambia, cuando cambia, deja detrás de sí un abismo.

Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada, no existiría nada.

Dirán que andas por un camino equivocado, si andas por tu camino.

La razón se pierde razonando.

Todos los soles se esfuerzan en encender tu llama y un microbio la extingue.

El dolor no nos sigue, camina delante.

Percibimos el vacío, llenándolo.

Sí, es necesario padecer, aún en vano, para no vivir en vano.

Cuando no se quiere lo imposible no se quiere.

El mal que no ha hecho, ¡cuánto mal ha hecho!

Abato mis absurdos, porque son absurdos y me quedo con ellos…abatidos.

Cuando me llaman “mío”, no soy nadie.

Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

Si se mira siempre una misma cosa, no es posible verla.

Cuando tengo algún momento de sensatez lo pierdo todo.

El viaje: un partir de mí, un infinito de distancias infinitas y un arribar a mí.

Cuando no sea más nada, ¿no seré más nada? ¡Cómo quisiera no ser más nada cuando no sea más nada!

Tenemos un mundo para cada uno, pero no tenemos un mundo para todos.


Enlaces:
"Lo que resta del día" en Facebook
http://loquerestadeldiaradio.blogspot.com.ar/
FM 103.3 - Radio Universidad

No hay comentarios:

Publicar un comentario